jueves, agosto 06, 2020

Mariana Loreto:


Mariana, mi amor, mi vida. No sé bien como empezar esta carta, tengo tantas ganas de decirte tantas cosas, pero no sé bien como ordenarlo todo, parecen como puras hilachas descosidas. Te extraño tanto. Me has hecho tanta falta, con tus hermanos no es lo mismo. Es como diferente, imagínate que el otro día no más le paré el carro al Checho, que piensa que soy su empleada, y siempre me pregunta que si está lavada la ropa, que dónde está, que qué vamos a comer, como si yo no tuviera mis cosas que hacer. Hubo un momento en que sentí como que yo no tenía el derecho ni de estar triste, de derrumbarme porque a veces hasta levantarme de la cama es terrible y siento que no puedo, no es que no quiera es como no poder no más. Pero tus hermanos, y el Checho sobretodo que ahora que han pasado los años se relajó con las ayudas y me pide todo, y está grande yapo, lo vierai tú, es más alto que yo, entonces "Mamá esto" "mamá lo otro" y una está siempre ahí en la rutina de la casa y que una cosa tras otra y no po, Mariana. Yo he cambiado harto desde que te desaparecieron y le canté las cosas bien claras a tu hermano y sabe que si no cambia se va no más po, que aquí la cosa no es ná un hotel.

Once años ya, hija. Me da un poco de culpa decir esto, pero como que ya no pienso con volver abrazarte, en correrte la chasquilla para darte besos en la frente o volver a verte reír. Pero igual la pura posibilidad de encontrar tu cuerpo (porque para los pacos o los tiras usted no es la Mariana, ellos hablan del "cuerpo"), me emociona hasta las lágrimas porque podría darte tantos besos, aunque sólo fuera en un huesito tuyo que me dieran, hija, para enterrarte en esta ciudad maldita que te desapareció... Si por último supiera que estás muerta, podría terminar esa pesadilla que me viene cuando estoy dormida pero también cuando estoy despierta, hija, y es que te busco y te busco, y te busco y no te encuentro nunca.

Más de 10 años Mariana, a veces pienso que fuiste un sueño. Sería menos doloroso volverme loca y pensar que no exististe nunca, que fuiste una imaginación mía, porque siento culpa cada vez que olvido un detalle de tu carita, o el sonido de tu voz, y cuando me pasa eso siento tanta tanta culpa, Mariana, poque si en una mínima posibilidad aparecieras viva, pienso que quizás ya ni siquiera te podría reconocer. Te fuiste de liceana, y a esta altura ya serías toda una mujer. Sufro de varias maneras distintas, hija y yo no nací para sufrir. La psicóloga del cosam me dice que te haga un entierro como simbólico, una cosa media mística así en el patio, que me dice que el duelo me está matando viva, pero ella no entiende, Marianita, que yo no puedo enterrar a mi niña, a menos que la sepa muerta. Ella no sabe que las mujeres como nosotras no nos rendimos, que no perdonamos, porque en algo así no puede haber perdón. Como si a esta altura una se fuese a rendir, después de todas las que ha pasado. Yo creo que ella lo dice de inocente no más, si es jovencita ella, tiene su casa, su auto, y yo sé que tiene buena voluntad ella, pero le falta calle, le falta vida de calle. Yo a veces, pienso, mi niña, que el día en que te encuentre, aunque sea un sólo pelo tuyo, voy a poder dormir de largo como hace tantos años. Yo no voy a parar hasta encontrarte hija, mira que la justicia no es pa los pobres, y creen que una es hueona, hija, como si una no viera cuando vienen los tira a comprar la droga acá a la esquina con el Pelao, pero claro, pa encontrar a nuestras hijas no saben nada. Y yo ná que te parí pa' anónima, para ser la niña de la crónica roja y tampoco te nací para que te trataran de puta, que por ser pobre te fuiste pal norte al puterío, como diciendo que fue tu culpa, porque hasta le he pegado combos a una vecina que dijo que igual tu jumper del colegio era muy  corto, y yo le habría sacado la chucha sino hubiera sido por la Marta que me salió a agarrar y en eso dejó tirada la manguera y cuento corto nos quedamos las dos mojadas y después nos tuvimos que cambiar de ropa y todo, pero bueno, ahí me invitó a su casa a tomar un té y rabiamos y lloramos juntas, si tú sabí que ella te quiere como una hija también po. Igual le pegué su buen combo a la señora y lo volvería a hacer con harta gana. Porque pobre que me vengan con esa Mariana, mira que yo misma te hice esa basta del jumper, orgullosa de verte tan lola y tan bonita, yo misma te ajusté la cintura, porque te veías preciosa, porque eres preciosa, y me daba tanto orgullo que al menos tú te hubieras aprendido a querer así, que fueras a buen liceo del centro, que tuvieras la posibilidad de estudiar. Yo no tuve nada de eso, entre la casa, la cocina y ustedes, nunca tuve tiempo ni de echarme una manito de gato. Antes a los 30 una era ya toda una señora, y yo misma como tonta me echaba la culpa de que tu papá se hubiera ido con la otra y es que era difícil, Loreto, porque hasta las amigas me decían que como yo me descuidé y no lo atendía tanto, era cosa de tiempo no más. Porque en esos tiempos se decía que los maridos eran como animales y si no se le tenía contento al marido él miraba para afuera no más, porque ellos no se aguantan, son como bestias. Imagínate. Y con qué energía iba yo a atenderlo en la cama, si los tenía a ustedes chicos, y entre las costuras y las cosas de la casa, no quería más guerra cuando llegaba la noche.

Vieras ahora como está la cosa, yo he visto a las chiquillas jóvenes hablando de feminismo y todo eso, y aquí las cabras del pasaje protestan y hacen grupo, hasta hay unas que son pololas entre ellas, yo lo encuentro total, si al final los hombres son todos iguales, puros hueones no más. Hubieras visto cómo hace unos días estaban todas las chiquillas con mascarilla y todo haciendo una barricada a la entradita del pasaje, por una chica, la Antonia, que la violó un cabro pituco que se hizo el hueón, y la cabra se terminó matando. Pero metieron a la cárcel al cabro, Lore. ¡Un cabro con plata, qué me decís! Igual una sabe que al final al tiempito a esos cabros apitutados los sueltan rapidito, yo creo que lo metieron en la cana pa calmar un poco la cosa, porque vierai tú como estaba la cosa con lo de Antonia. Pero igual da esperanza pensar que hay cosas diferentes ahora. Hubiera sido lindo nacer ahora, no sé, yo veo que casi todas las niñas de acá de Conchalí van a la Universidad o están sacando un técnico en alguna cosa, algunas con guagua y todo, pero la hacen igual. Es que es tan importante hacer la vida de una primero. Yo vine a hacerlo de vieja, con los talleres de la municipalidad, esos talleres de las señoras como me decías tú. Pero pucha que me han servido, porque entre los chocolates y los jabones me mantengo, y hasta cambié los sillones y el comedor el año pasado. Y en eso me viene como un nudo, Mariana,  que me sube de la guata y me llega a la garganta, porque tú debiste haber vivido esto, a ti te tocaba ser de las que anda con pañuelo verde y con pancarta, a ti te tocaba ser libre, ser profesional, a ti te tocaba ser independiente.Tengo tanta rabia de toda la vida que quedó por vivir, y decirlo así todavía es raro, porque en 11 años no sé que fue de ti, que te hicieron, quién fue el que te desapareció. A veces mientras me ducho o cuando me estoy quedando dormida pienso qué haría si encontrara al tipo que te hizo esto, Mariana. Y sé que es medio raro lo que te voy a decir, pero a veces me gusta imaginar que yo misma con las dos manos lo mato a puros piedrazos con la piedra del mortero, o que lo ahorco con una cuerda mientras hago como que le vendo unos chocolates, porque una sabe que acá la justicia ni siquiera llega tarde, no llega no más, porque somos las sin nombre. Pero anda a que lo encuentre yo Mariana, porque aunque me vaya presa no la pienso dos veces. Total, ya nada que tengo que perder a esta altura.

Ya mi amor, te voy a dejar mira que nos vamos a juntar con la Marta a armar una olla común, que acá en el barrio con lo de la pandemia habemos varias pasándolo maomeno, así que ahí entre todas nos apoyamos. Nos llegó una caja del gobierno el otro día, pero bien ridícula, no sé qué piensa esta gente, que una no come, o que vive a puro fideo. Pero bueno, ahí entre las vecinas que trabajan en la feria y las que tenemos fondo, nos acompañamos harto y aquí nadie ha pasado hambre gracias a dios.

Te amo para siempre mi Mariana Loreto.

La mamá.

(*)
En la memoria de Mariana Loreto Sepúlveda León, de Conchalí, a quien desaparecieron hace once años.



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