sábado, agosto 15, 2020

Jaulas

 

En silencio, de a poco,

así como supimos de pronto

hace varios años, un día cualquiera,

sentadas en la calle fumándonos un cigarro 

que ambas clausurábamos y volvíamos místico

un latido que nos pulsaba en las venas, en-tre las piernas y el corazón,

pero que ninguna se atrevía a pronunciar;

Fue ese día, cuando al miramos con franqueza vimos un amor travestido de amistad,

amor al que ni siquiera le dimos una chance

hasta ese día, hasta ese cigarro a medias, en esa calle estridente de capital,

cuando se nos humedecieron los ojos a ambas

por haber sido tan imbéciles, pero sobretodo, tan obedientes

por haber vuelto indecible aquella sensación de voyeur
                                                                          -el trío

que nos incomodaba cada vez que hablábamos de nuestros hombres de turno

porque yo fui tuya y tú fuiste mía,

pero no lo supimos reconocer.

Supongo que nos dio miedo, quizá pudor,

porque entre nosotras no hubiera sido sólo buen sexo,

entre nosotras se habría tejido una relación

y haberlo aceptarlo en aquél tiempo,

habría implicado cambiarnos de bando,

salir del clóset:


las lesbianas      S      las fletas

las camionas        A       las lelas

las incorregibles      F       las tijeras

las no-heterocuriosas   O      las tortas        


Nosotras nos hubiéramos ido a vivir juntas

en alguna casa prestada que habríamos llenado de plantas
                                                                               de gentes
                                                                                 de gatos
                                                                                   de amor

y pienso que las dos sabíamos que la cosa venía así de fuerte,

y quizá fue eso mismo lo que nos hizo rehuir;

poco a poco dejamos que el tiempo hiciera lo que hace siempre

y que el polvo cubriese las superficies de un amor asfixiado como bónsai.

Al menos, te dije todo sin decirte nada,

porque luego del día del cigarro vino otro día,

el día de un adiós, en un bar con toda tu gente,

cuando partiste nómada y sin rumbo

a tierras donde no te podía acompañar,

y así, evitando los rodeos,

te saqué de los labios el tabaco y te besé,

y me correspondiste

con un beso tímido 

beso triste,

que abortó en el acto

a un amor que no nació

y que hasta hoy sigue moribundo

en las hipócritas jaulas de la amistad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario