en tiempos del clasista "tele-trabajo"
(porque no me vengan a decir que todo el mundo está tele-trabajando,
o que se puede hablar de algo así como un todo-el-mundo,
o que todos los trabajos se pueden telematizar)
de los tele-vínculos
las tele-amistades
los tele-deportes
los tele-amores
y el tele-sexo
parecemos olvidar que somos cuerpo
cuestión bastante absurda, por lo demás,
porque hoy más que nunca sabemos que somos, ante todo,
un cuerpo:
cuerpo que enferma
que padece
que espera
que sufre
que muere
ante una ficticia y bien elaborada pretensión de invencibilidad
revestida de máquinas que nos optimizan hasta el punto de olvidar
que bajo el cyborg hay un estrato de carne
apareció de súbito, de frente
en medio de los dos (?) ojos
la irrecusable y verdadera condición
de que somos, sobretodo, cuerpo:
frágil, vulnerable, finito,
breve, efímero, material,
aunque sea un arrojo de dados,
ser cuerpo es también inventiva
es nacimiento y potencialidad;
el cuerpo no es sedimento, sino fuga
y en su nomadismo indócil
arremete impredeciblemente
incluso contra sí
si escribo estas letras que me inventan,
ha de ser para recordar que ser cuerpo
no es sólo para morir
ni siquiera sólo para resistir:
nadie sabe lo que puede un cuerpo
en su múltiple potencia de existir
m i m i
o v e n
t
o
en que la existencia, como gerundio
se f
u d
g siempre e sí
a
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Experimento-performance corporal "Bipolares", dirigido por Atómica danza, Centro Cultural GAM 07 de Marzo del 2020 |
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