hay noches en que el frío no importa:
manos heladas
una ciudad de mentira
vidas de plástico
y tanto por desechar
lo no dicho es siempre más hondo
más profundo
ruidoso y molesto
que aquello que se ha dicho
o se ha querido decir
para algunxs la vida cabe en una sonrisa
en una caricia
en un recuerdo
en un placer culposo
para otrxs,
en una hoja de otoño
que cae
lento
de a poco
en colores
con nostalgia
sin rumbo,
sin dios,
sin ley,
es justamente al caer
que la hoja inventa su destino errante
aterriza siempre perfectamente
sin quererlo ni tener por qués
hace de su caída un evento magno
maravilloso inútil
libre de temporalidad
las hojas se dejan caer
sin nunca saber dónde
-ni cómo,
han de aterrizar
hay días en que el calor no importa:
cuerpos calientes
cervezas heladas
noches eternas
música al compás
lo dicho es simpre más ligero
más inmediato
más superfluo
que lo que se ha dicho o querido decir
hay quienes ven la vida
como un milagro
un regalo
un don
oportunidad
y hay quienes pesan con el sinsentido de la existencia
con la muerte de dios
con el arrojo a la nada
con la angustia existencial
hay quienes observan con detención los majestuosos vuelos de las hojas de otoño
y hay quienes las pisan al pasar
hay quienes esperan que les vengan a salvar
y hay quienes saben que nadie vendrá
hay quienes aman el invierno
y hay quienes sólo quieren verle terminar
hay quienes desestiman el pensamiento
y hay quienes lo atropellan al pasar
hay quienes abren rápido el regalo
y hay quienes matan lentamente a dios
hay quienes ven en la angustia
una tremenda responsabilidad
la metamorfosean en una mariposa
o la doblan hasta armar un barco de papel
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