La sangre nuestra
regadío de las grietas de la tierra
que abiertas como heridas
no han dejado de sangrar.
Pueblo de colores imborrables,
luminosos como estrellas;
biselados en chakanas perfectas
dispuestas para anunciar el cosmos.
Tierra de rostro mestizo,
híbrido, cholo, entremezclado;
de tez dura y endurecida,
como el vuelo del cóndor en la vida.
Carnavalito de ojos tristes,
piececitos infantiles azules de frío,
con la panza inflada de hambre
y los sueños llenos de esperanza.
Raíces que por arrancadas
ya están malheridas
cantando en gritos tristes
sus memorias de otro ayer.
Más con la cara llena de peros,
con las manos duras tomadas juntas,
con la frente mirando a los cielos
con los pies descalzos de guerrerxs
Con sonrisas cómplices que se esconden bajo cielo abierto
volveremos a ser lo que quisimos ser
eso que no fuimos
eso que no pudo nacer;
con rostros nuevos,
en cuerpos nuevos,
siendo sujetos nuevos
vamos a renacer
y por lo aprendido en nuestras heridas
esta vez no nos van a vencer,
aunque estén entre nosotrxs,
ahora no vamos a decaer.
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Fotografía: Carnaval en Coroico, Depto. de la Paz, Bolivia. 2016. |
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