miércoles, diciembre 18, 2019

soles, mares, tierras y pellejos


he ido descamándome
y dejándome en pellejos
largos
           tan largos
                          larguísimos
como mi piel


la cordillera hace nacer al sol
entre temblores subterráneos
y dolores de parto vivo

fragmentado en haces geométricos
que danzan en diagonales y paralelas
el astro irradia su calor

doscientos noventa y nueve millones
setescientos noventa y dos mil
cuatroscientos cincuenta y ocho
metros por segundo

un último buen puje
y el sol ya parece estar completamente afuera
                                                                         /o arriba,
aunque no salga
                                                                         /ni suba
esplendorosa ficción de quien especta

las diagonales me alcanzan
la piel comienza a arder
me incomoda, me duele, me pica

primero me acaricio, para que no duela
luego doy pequeños golpeteos,
pero la sensación de incomodidad me desborda

me rasco con las uñas
es tanto el placer
no puedo dejar de hacerlo
una, y otra, y otra vez

me entrego en un flujo atemporal
ya no me estoy rascando bajo el sol
estoy en un clímax cósmico
drograda entre estrellas y galaxias
absorta en un orgasmo continuo
que no me deja ver que tengo las uñas llenas de sangre

al principio duele
pero no quiero parar
arde, pica, quema
ya no hay vuelta atrás

de mis dedos ensangrentados
salen pellejos translúcidos
que se van haciendo gruesos

escamas delgadas y escamas gastadas
con algo de grasa amarilla
dermis, epidermis, todas las dermis

todos mis restos, esa vieja piel,
inundan toda esta ciudad bendita
que con su mar y sus aguas
siempre me hacen renacer

sola, de pie
el peso sólo en un eje
cansada, meditativa
nostalgiada, feliz

mientras el polvo recubre mis inorgánicos restos
viene una lluvia tropical,
todo se moja y brota una flor
de aroma celeste y color dulzón
                                                          /sonrisa

Valparaíso. Vista desde Cerro Cárcel.