Me adentro en la escritura.
Me pierdo en ella
hasta naufragar.
Mi cuerpo es poseído
por cada movimiento irresistible
que transita mi cuerpo completo.
Es escritura la danza,
es la danza un escrito.
Sentir me ilumina para escribir lo que escribo.
Cedo mi timón al sentimiento.
Me compenetro en el texto,
me hago parte de cada una de las letras
que tejen mis escritos, porque cada letra es mía,
gestada en aquél lugar sintiente de mi ser
que la produjo y le dio vida,
La escritura es el parir.
Tengo letras recorriéndome las venas,
danzando entre mis piernas y
habitando mi cabeza,
pero no porque en mí abunden per se las palabras,
sino en mí abundan los sentires,
las vivencias,
los m
o
v
i
m
i
e
n
t
o s,
las personas,
las ideas, y por eso, las palabras.
El arte de las palabras es más bien
el amor a las ideas.
Con la escritura doy a luz todo el tejido
subterráneo que me subyace.
Doy nacimiento a las letras que aún por años
de mí han formado parte.
Soy madre de mis letras,
y soy madre de mi hijo.
Dos veces madre.
Cierro mis ojos físicos para abrir los otros,
aquellos que me llevan a lo más profundo
de mi existencia inmaterial.
Y allí me veo,
me veo porque me siento,
me escribo porque me veo.
Escribo desde adentro.
Si me escribo es porque me siento.
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