Dulce y colorido momento
haz florecer en mí flores que no marchiten;
que no se ahoguen con el agua que les da vida
que no se quemen con la luz que las energiza
que no se vuelen con el viento que les acaricia.
Aromática y volátil estación,
haz que las raíces de tus flores
penetren mis pensamientos
y los rincones más obscuros de mi alma;
haz brotar tallos que logren hacerse camino
entre las piedras que adornan mi corazón,
que su fuerza sea la de cien hombres juntos
que luchan por un mismo fin común.
Delicada y efervescente temporada,
elige de mí para ser morada de tus hijas
colorea mis interpretaciones subjetivas;
seduce con tu ensordecedor aroma a jazmín
a cada espino de mi jardín
que desee dañar tus flores,
engatúsalo con tu soltura
desármalo con tu dulzura.
Amada primavera,
que anuncias el brote de esperanzas dormidas,
anticipas la fluencia de las aguas quietas,
despiertas del ensueño
a todos los sueños
que se han quedado dormidos;
besas con tibieza todas las heridas que por frío
el invierno ha dejado,
acaricias con vehemencia aquello que un yo abandonó
cual naufrago se abandona a su suerte,
abrazas con resplandor todos esos brotes silentes,
que no se ven pero se sienten,
que átomo a átomo buscan manar
en esta extraña y laberíntica morada,
liberando la luz que en ella existe,
para convertirla así algún día
en una multicolorida flor.
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