Estimado:
Dadas las circunstancias, creo que hay que ser sinceros. Sin avisarme ni pedirme permiso hace un tiempo breve, pero intenso, te has instalado de lleno acá. Este ya no te es un lugar de tránsito, sino que más bien se ha vuelto tu morada. Pasan las horas del día y permaneces aquí como si fuera tu casa. Por esto, no queda más remedio que irnos por lo práctico y que tomes una maleta bien grande y traigas tus efectos personales.
Recomiendo que traigas tus libros, pues si vas a pasar aquí todo el día será mejor que los tengas a mano, porque qué sería de ti sin tus libros (además, si no los traes vas a empezar a leer los míos, y fijo que querrás leer el mismo libro que esté leyendo yo). Creo también, que sería bueno que traigas tus propios calcetines, porque me carga no encontrar el par que me quiero poner porque alguien se me anticipó.
De la ropa interior no vamos ni a hablar, es bastante obvio. Recomiendo, además, que traigas un par de pantuflas, para que andemos a lo informal. También sería bueno que trajeras tu sillón rojo, con el mío se hará poco si vamos a ser dos. Por el cepillo de dientes no te preocupes, te puedo prestar el mío, y si te da asco, bueno, tengo dos.
Quizá debieras traer tu tazón, sabes que no me gusta prestar el mío, así no nos peleamos por tonteras y compartimos sin líos un buen café. Se me ocurre que también podrías traer tu música, no quiero ser dictatorial. Quiero ser bien clara en esto: si vas a instalarte en mi mente así, jugando de permanente, será mejor que nos empecemos a organizar. El orden, el aseo, la comida. Vamos a tener que hacer un sistema de turnos o de distribución de labores, porque sabemos cómo mata las pasiones las rutinas que no tienen buena distribución.
No me pongas esos ojos grandes. Me gusta mucho que estés acá. En general, mi mente recibe más visitantes que moradores, y tú tienes ese no se qué especial. Me gusta que permanezcas, rara vez te vas. De hecho, me encanta que a veces me esperes con el agua caliente, lista para tomarnos un té. Sí, poco a poco te conviertes en un pequeño amo de casa, yo me río no más. Ah. Por último, si mi mente va a ser tu casa, quisiera pedirte que traigas una pintura, un cuadro, una fotografía gigante o qué se yo. Así, hacemos que de casa, mi mente se convierta en tu hogar.
http://noname.cl/2010/03/03/desde-la-montana-dia/
ResponderEliminarque tal año nuevo