sábado, mayo 05, 2018

Entre paréntesis: Cosas del español


Cuando se sumerge usted en el estudio de la gramática y la lingüística, en particular la del español
-que más bien son universos de españoles diversos, tendrá que tener paradas obligatorias, que aunque sean tediosas, son necesarias si su objetivo es expresarse con gracia, estilo y genialidad.

La bé y la úve, las íes latinas o griegas, las tildes, las conjugaciones que derivan en usos de gé o jota, las tildes, el paso de singulares que terminan en zeta hacia su pluralización, las tildes, y un sinfín de detallitos que hacen que nuestro idioma sea una delicia. Cuando domine usted estas diferencias primarias, aprenderá otras cosas, más ligadas al estilo, si es que -insisto, su deseo es expresarse con gracia y genialidad. El cómo (fíjese que este lleva tilde pero también hay un como del verbo comer conjugado en presente y otro como de uso comparativo entre dos o más cosas: son las maravillas del español) usted puntúa o pone comas, si hace saltos entre párrafos, el uso de dos puntos o del enigmático punto-y-coma. Y luego, escalando en niveles de complejidad, el uso de las cursivas para enfatizar o de esos estilísticos guiones que pueden servir para aislar, sugerir, explicar o simplemente para darle cierto estilo y parecer usted  une intelectual a lo Cortázar en el acto mismo de escritura del guión.

Lo que nos queda, empero, y que no es menos ni más importante que todo lo anterior es el uso del paréntesis. Quisiera aquí hacer una importantísima aclaración. Nos suelen decir que un paréntesis es esa casi esfera dividida en dos, siendo su división alguna palabra o frase que usted pone al ladito de otra palabra o frase para aclarar lo que no se haya entendido bien. Se sabe además sobre los paréntesis que su uso nos permite agregar fechas (como la del día de hoy, la de mañana o alguna fecha inmemorial que usted quisiese inmortalizar en su texto), lugares (no me refiero aquí a sus predilecciones entre el binarismo eterno de campo-ciudad, sino por ejemplo, si usted puso la ciudad de Santiago, al ladito encerrado entre hemiesferas le pone Chile, a menos que usted se refiera a Santiago de Cuba o a otros Santiagos). 

De todo esto, nos queda claro que, independiente del uso que se le dé a los paréntesis, ellos encierran cosas. Ahora bien, lo que nunca nos dijeron es que hay cosas de la vida misma que también se pueden dejar entre paréntesis, esto quiere decir, que las toma imaginariamente usted y las deja ahí, guardaditas, cobijaditas, calientitas, encerraditas y quizá hasta olvidadas, pero cuando usted se asome y abra un poquito el paréntesis otra vez, aún después de meses o años, lo que usted dejó, allí seguirá, intacto por su poderes de atemporalidad e imprescriptibilidad. Lo que haya dejado seguirá fresco, con su aroma y textura habitual, siendo incapaz de recordar usted por cuánto tiempo ha tenido encerrada la cosa. Lo mismo le serán 3 años que un ayer.

Así, en síntesis: Si de todas las funciones que ya le describí, a su ascendente dominio idiomático le suma usted esta última cualidad, se convertirá sin duda en una persona con un avanzado, estilístico, genial y gracioso manejo de los trucos del español.