Sí.
Aquí en el sur todavía escribimos poesía.
No dejaremos que la modernización ni la ilusoria virtualidad del tiempo
arrastren consigo nuestras letras, nuestra sangre, nuestro ser.
Nuestras manos han de ser nuestras primeras armas,
junto con nuestra palabra hablada, sentida y pensada.
Cuando nos resistimos al borramiento de la poesía
nos resistimos a la borradura de aquellas pausas,
detenciones políticas, que nos permiten observar la vida,
sentirla, compartirla, digerirla, descentrarla, desmantelarla, recrearla.
La poesía es la resistencia activa al paso inerte y sin gloria
de los días; es aquella navaja que cala profundo y saca verdades
como gotas rojas, es el palillo que desanuda enredos críticos
para hacerlos enredos líricos.
Nos enseñan a leer y escribir, pero no para pensar, no se confunda usted,
leemos y escribimos no para ser dueñxs de nuestra palabra,
sino para comprender bien las instrucciones, al pie de la letra,
y enseñarle bien a nuestrxs hijxs a que las reproduzcan en forma fiel.
Si hoy la reflexión es arma, la poesía ha de ser batalla.
Por eso, aquí no renunciaremos, aunque tengamos que hacer cuerpo,
a la humanización de nuestra existencia.
Cada letra, cada acto, cada fractura lírica
será nuestra defensa en pos de la vida,
y no de cualquier vida, sino de una digna,
consciente, potente, transformadora, librepensadora:
la felicidad como fruto político de la libertad.
Mientras escribamos poesía, ya sea en letras,
en músicas, en danzas orgánicas,
en exploraciones córporeas, en besos,
en cuerpos sincrónicos haciéndose amor,
no se nos colarán entre los dedos, las aguas de la era del vacío.
Compañerxs sintientes del mundo, compañerxs pensantes del mundo:
No nos durmamos mientras aún haya vino,
no dejemos de lado las caricias,
no callemos nuestras bocas rojas,
no nos soltemos las manos,
no nos tomemos el pelo.
Que la tinta que recorre nuestras venas no deje de fluir,
no deje de latir, no deje de escribir.
Que la humanidad que se avecina no subsuma a la humanidad que queremos ser.
Escudriñemos en los símbolos que duermen ocultos bajo aquello que concebimos como real.
Usemos nuestras letras; tejamos otros mundos,
inventemos otras formas de ha-ser.