Olvídame. Déjalo ir.
Deja que inexista lo que nunca existió, lo que es imaginario, esta tonta historia de amor que sólo invento yo.
Me buscas y me das miradas, con una de ellas ya no requiero usar palabras. No es necesario hablar, tenemos lenguaje, aquel que inventé yo para los dos, pero deja de hablarlo, déjame borrarte.
Para ser una fantasía eres persistente, seductora, infame. Líbrame de tu perfección y de tus brazos, déjame ir lejos para desde lo que llaman la realidad llenarme de tu frialdad y abandonar este amor podrido que llevo dentro.
Si tan sólo fuese fácil dejar de soñarte, dejar de amarte. En mis historias somos amantes perfectos: todo sucede como yo quiero y no como el destino y tú quieren. Me miras como yo quiero, me besas como yo quiero, dices lo que yo quiero, te ríes como yo quiero, me seduces como yo quiero, me amas como yo quiero. Sin embargo -tonto ingenuo- hice que también fueras cómplice de la fantasía. Sabía que no debía darte más espacio del que yo quería pero me convenciste con suavidad hasta que lograste ser la co-autora de esta ficción, la que aún siendo una fantasía imaginaria se destruyó. Y por eso luego de todo este tiempo no quieres dejarme, porque ahora también eres dueña de la fantasía y te volviste posesiva, reclamona, insoportable.
Nunca creí que ni siquiera en mis fantasías podríamos congeniar y tener una relación. Aún el tiempo arrasa en esta dimensión y se come los primeros amores dejando una historia vacía y marchita. No sé con qué quedarme. Con la contigo que no me conoces, que no me miras, que la indiferencia es la única manera de relacionarnos o con la contigo con que nos amamos, que reímos, pero que fuimos viendo como el tiempo destruyó lo que creíamos invencible, vimos cómo nos desenamoramos y nos pudrimos por dentro, sin luchar por lo que teníamos.
En ninguna vida fui destinado a estar contigo. Incluso en mi-nuestra fantasía fuiste fugaz, y siempre sentí el final pisándonos los pies, siguiéndonos de cerca disfrutando el quiebre próximo.
Sé que lo imaginario fue real, es lo que más me duele, porque también escribiste la historia, cuando te dejé decidir y fue mutua, se marchitó todo, yo ya no era el rey y lo que pasaba me tomaba por sorpresa también. Lo que más me duele es que esta oportunidad de mentira fue de verdad. Te conozco en dos mundos, en dos dimensiones. Ni siquiera recuerdo cuál es la real y cuál es la ficticia. Quizá la indiferencia es lo que invento, porque así no habría sido tan doloroso, así nunca habría sabido lo que pasó y nunca te habría amado y desamado con tanta pasión.
Déjame, ándate. Sal de todas mis vidas, te cedo el guión. Inexiste otra vez.