lunes, noviembre 28, 2011

Límbica


Te fuiste. Pero dejaste tu aroma conmigo.
Con propósito dejaste átomos tuyos junto a mí, para que no te olvide, para que te espere, para que te ame. No lo hiciste en secreto, fuiste bastante obvio.
No querías que esta distancia hiciera que te olvidara de a poco: día tras día se me olvidaría un detalle de tu rostro, quizá un lunar, o tal vez una forma tuya de mirar. Luego, olvidaría tus tipos de risas y me quedaría con la que mi memoria considerase como la estándar. Pasaría el tiempo y después no notaría que mi cuerpo comenzaría a borrarse todos los abrazos que tiene pegados, los besos que tiene encrustados, y el amor que lleva cargando. Y claro, cuando un día yo quisiese recordarte cerca, invocando algún espectacular beso, o un magno abrazo, no lo encontraría, porque estaría perdido, estaría errando en algún lugar fuera de mi cuerpo, porque el tiempo lo hubo borrado, y sólo ahí, en ese instante notaría lo desoladora que ha sido tu partida, y no por ti, sino por mí, que soy la que me quedo aquí parada esperando, olvidando..

Pero aún así, te seguiría esperando, porque mi cuerpo aún me gritaría que apele a aquel recuerdo racional de tí, ese recuerdo que dice que hubo felicidad y dulzura a tu lado, porque fue empírico, porque mi mente recuerda haber procesado dicha información a partir de un hecho real en un tiempo y espacio determinado. Pero poco a poco, la racionalidad se irá viendo vacía como un método, una teoría, algo lejano que alguna vez fue comprobado pero que en la nueva realidad distante parece anticuado y obsoleto. Y trataría entonces de apelar a los recuerdos que me hacían vibrar, pero el dolor de recordar que ya no están, que ya fueron borrados, mutilaría lentamente el dejo de esperanza que aún quedaba... Y así, te olvidaría. Y te olvidaría tanto, que ni siquiera serías parte de un pasado, sino que serías parte de una inexistencia, de algo que nunca sucedió, quizá de un sueño que mi inconsciente reprima con uñas y dientes para que nunca te recuerde, para que continúes ausente...

Pero tú... tú sabes cómo todo esto maquina, por eso fuiste cauto y fuiste sabio, y dejaste a mi lado tu perfume para que lo abrace y lo guarde, para que así te sienta cada vez que te extrañe. Para que te tenga conmigo cada vez que empiece a olvidarte y así no pueda hacerlo, porque dicen que el sentido del olfato es el que más evoca emociones y sensaciones, de la manera más precisa y más vívida. Dejándome tu aroma te quedarás eternamente en mi sistema límbico y Dios sabe cómo podré sacarte de ahí. Podrías demorarte cien años, y cien años me permitiría tu aroma esperarte. Sabes que no puedo evitarlo, me conoces. Soy Límbica.

Untitled